Tiempo de lectura estimado: 3 minutos
Le hice el amor con una chica de tránsito le di su mordida…

Le hice el amor con una chica de tránsito le di su mordida…

Era una tarde calurosa en la ciudad. El tráfico se hacía eterno, y yo estaba atrapado en una larga fila de autos que apenas avanzaban. La desesperación me invadía cuando, de pronto, una oficial de tránsito se acercó a mi ventana. Su uniforme ceñido resaltaba sus curvas, y su porte era imponente. Llevaba unas gafas oscuras que le daban un aire de autoridad y misterio.

—Buenas tardes, caballero. ¿Sabía que acaba de cruzar la línea peatonal? —dijo con tono serio.

La observé por un instante. Su piel morena brillaba bajo el sol, y su postura transmitía confianza. Me mordí el labio antes de responder.

—No me di cuenta, oficial. ¿Hay algo que podamos hacer para arreglarlo?

Ella me dedicó una media sonrisa, ladeando la cabeza. Se quitó las gafas, revelando unos ojos oscuros llenos de picardía. Apoyó los brazos en la ventanilla y, con voz baja, respondió:

—Depende de qué tan dispuesto esté a solucionar el problema.

Mi pulso se aceleró. Había algo en su tono que insinuaba más de lo que decía. Miré alrededor. El tráfico seguía igual de lento, y nadie parecía prestar atención.

—Estoy dispuesto —susurré.

Ella se enderezó y me indicó que la siguiera. Conduje lentamente hasta una calle menos transitada, donde se detuvo junto a su motocicleta. Me bajé del auto mientras ella se quitaba el casco, dejando al descubierto una melena oscura y ondulada que le caía sobre los hombros.

—Parece que vamos a tener que discutir tu “mordida” —bromeó, mordiéndose el labio.

Me acerqué a ella con confianza, sintiendo la electricidad en el aire. Nuestros cuerpos estaban a solo centímetros cuando sus labios se encontraron con los míos en un beso intenso. Su fragancia me envolvió, una mezcla de perfume y adrenalina.

Nos refugiamos en un rincón apartado, donde la pasión se desató sin frenos. Su uniforme se deslizó con facilidad, revelando la piel ardiente bajo la tela. Mis manos exploraron su cuerpo con hambre, mientras ella gemía entre susurros, perdida en el momento.

La calidez de su piel contrastaba con la brisa fresca que se colaba entre los edificios. Nuestros cuerpos se fundieron en un vaivén de deseo, dejando de lado cualquier formalidad. La tensión del día se desvaneció en el placer compartido, en cada roce, en cada jadeo contenido.

Cuando finalmente nos separamos, sus ojos brillaban con un fuego travieso.

—Creo que podemos olvidar la multa —dijo con una sonrisa satisfecha.

Reí entre dientes, sintiendo todavía su sabor en mis labios.

—Diría que fue un trato justo.

Se ajustó el uniforme y se acomodó el cabello antes de subirse a su motocicleta.

—Tal vez la próxima vez vuelvas a infringir las reglas —sugirió antes de arrancar el motor y perderse entre el tráfico.

Me quedé de pie por un momento, viendo cómo se alejaba, con el pulso aún acelerado. Sonreí para mí mismo, sabiendo que aquel encuentro sería difícil de olvidar.

whatsapp Facebook share link LinkedIn share link Twitter share link Email share link
inicia una conversación
Asesor 1
Gerente
Habla con nuestro gerente
Asesor 1
(Paseo Degollado 66) Matriz
Soporte en Paseo Degollado 66
Asesor 3
(Av. Revolución 669)
Soporte en Av. Revolución 669
Asesor 2
(Avenida Hidalgo 973)
Soporte en Avenida Hidalgo 973

mi cuenta