"La Visita Prohibida"
Claudia llevaba meses visitando a su esposo en la prisión. Siempre era la misma rutina: los registros, las miradas frías de los custodios, y los pocos minutos que podía estar a solas con él. Pero ese día, algo cambió.
El carcelero nuevo, Ramiro, la detuvo en el pasillo con una mirada distinta, una que le recorrió el cuerpo sin disimulo. Era rudo, de voz grave, con unos brazos fuertes que no parecían temer nada. Ella sintió el calor subirle al rostro… y entre las piernas.
—¿Vienes a ver a tu marido o a provocarme? —le susurró, con una sonrisa torcida.
Claudia no respondió, solo lo miró desafiante. Más tarde, cuando terminó su visita, él la llevó por un pasillo "por seguridad", pero terminaron encerrados en una pequeña sala sin cámaras.
Allí, Ramiro la empujó suavemente contra la pared. Su boca la buscó con hambre y Claudia no se resistió. Su cuerpo pedía ser tocado, tomado, devorado. Se aferró a él mientras la levantaba con fuerza, y su uniforme fue lo único que separó por segundos el deseo del acto.
La penetración fue brutal y deliciosa. Ella gemía en su oído, sintiendo su culpa derretirse en el calor de aquel momento. Se aferró a su cuello, mientras él la tomaba con fuerza, haciéndola olvidar por completo al hombre que había ido a visitar.
Cuando todo terminó, se acomodó el vestido sin decir palabra. Salió caminando con las piernas temblorosas y la conciencia manchada… pero satisfecha.